Epistemología
La epistemología
(del griego ἐπιστήμη (episteme),
"conocimiento", y λόγος (logos), "teoría") es
la rama de la filosofía cuyo objeto de estudio es el conocimiento científico.
La epistemología, como
teoría del conocimiento, se ocupa de problemas tales como las circunstancias
históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a su obtención, y los
criterios por los cuales se le justifica o invalida. Es de reciente creación,
ya que el objeto al que ella se refiere es también de reciente aparición.
En Grecia, el tipo de
conocimiento llamado episteme se oponía al conocimiento denominado doxa. La
doxa era el conocimiento vulgar u ordinario del hombre, no sometido a una
rigurosa reflexión crítica. La episteme era el conocimiento reflexivo elaborado
con rigor. De ahí que el término "epistemología" se haya utilizado
con frecuencia como equivalente a "ciencia o teoría del conocimiento científico".
Los autores escolásticos distinguieron la llamada por ellos "gnoseología", o estudio del conocimiento y del pensamiento en
general, de la epistemología o teoría del modo concreto de conocimiento llamado
científico. Hoy en día, sin embargo, el término "epistemología" ha
ido ampliando su significado y se utiliza como sinónimo de "teoría del
conocimiento". Así, las teorías del conocimiento específicas son también
epistemología; por ejemplo, la epistemología científica general, epistemología
de las ciencias físicas o de las ciencias psicológicas.
Introducción
Un ejemplo concreto de
la diversidad teórica existente en la idea de epistemología en la actualidad lo
constituyen las concepciones de Popper y Piaget. Para Popper el estatuto de la
epistemología viene definido por tres notas: por el interés acerca de la
validez del conocimiento (el estudio de la forma cómo el sujeto adquiere dicho
conocimiento es irrelevante para su validez); por su desinterés hacia el sujeto
del conocimiento (la ciencia es considerada sólo en cuanto lenguaje lógico
estudiado desde un punto de vista objetivo), es decir, la epistemología se
ocupa de los enunciados de la ciencia y de sus relaciones lógicas
(justificación); y, por último, por poseer un carácter lógico-metodológico, es
decir, normativo y filosófico. Sin embargo, para Piaget la epistemología se
caracteriza por principios opuestos a los de Popper, ya que a la epistemología
le interesa la validez del conocimiento, pero también las condiciones de acceso
al conocimiento válido; de ahí que el sujeto que adquiere el conocimiento no
sea irrelevante para la epistemología, sino que ésta debe ocuparse también de
la génesis de los enunciados científicos y de los múltiples aspectos de la
ciencia que trascienden la dimensión estrictamente lingüística y lógico-formal.
La epistemología para Piaget tiene además un carácter fundamentalmente
científico, es decir, teórico y empírico, no metodológico y práctico.
Aunque, como puede
verse, los autores que se ocupan de la epistemología están lejos de obtener un
acuerdo unánime respecto a los problemas principales con los que se enfrentan,
ni tienen siquiera un acuerdo sobre el carácter de la propia disciplina a la que
se dedican, sí puede decirse de modo aproximativo que epistemología es la
ciencia que trata de conocer la naturaleza del conocimiento humano, en sus
principios reales y en su funcionamiento real, los tipos o clases de
conocimiento y los caminos o métodos que pueden conducir a su realización
correcta en cada caso. Según Javier Monserrat, estos son los amplios niveles en
los que la reflexión del epistemólogo se mueve para cumplir adecuadamente sus
objetivos científicos: autoobservación de los procesos cognitivos tal y cómo se
dan en su propia experiencia o introspección; observación de la estructura de
la experiencia global de la realidad en que el hombre se encuentra, para tratar
de entender cómo el hecho del conocimiento humano es en ella un elemento coherente;
estudiar cómo se manifiesta el conocimiento, tal como es ejercitado por el
hombre en la cultura dentro de la que vive; visión del curso de la historia y
del desarrollo del conocimiento científico; finalmente, reflexión científica
sobre el conocimiento humano y elaboración de investigaciones sobre él, que
conduzcan a determinados ensayos epistemológicos y a elaborar una idea
científica de lo que éste sea.
No es fácil distinguir
la epistemología de otras disciplinas afines o de otros saberes fronterizos con
ella. Como todos los problemas de definición de términos, últimamente se
delimita atendiendo a la conveniencia o al consenso del uso, más que a unas
presuntas verdad o falsedad inexistentes. Pero incluso cuando el consenso
existe es un consenso precario, puesto que en un saber dinámico y
constituyente, como es el referido a la reflexión sobre el conocimiento, las
fronteras con frecuencia se trasladan de territorios con facilidad.
La primera frontera imprecisa es la que mantienen los conceptos de epistemología
y teoría del conocimiento. La relación de la epistemología con la teoría del
conocimiento sería la que hay entre la especie y el género, siendo la
epistemología la especie, ya que trata de una forma específica de conocimiento:
el conocimiento científico. Sin embargo, esta diferencia desaparece entre los
neopositivistas y empiristas lógicos, para quienes sólo merece el nombre de
"conocimiento" el conocimiento científico, y que califican a
cualquier otro pretendido conocimiento de "juego de palabras sin alcance
cognoscitivo" (R. Carnap). Sí, en cambio, opinan que tiene sentido hablar
de distintos tipos de conocimiento quienes han afirmado procedimientos de
conocimiento diferentes a los de la ciencia, como los sentimientos o la
intuición. Algunos han propuesto el camino de dirigir las facultades humanas en
dirección de "la intuición de las esencias", fundando así una ciencia
fenomenológica más allá de la ciencia factual. Hay que reconocer que, aun
admitiendo la distinción entre teoría del conocimiento y epistemología, no
siempre es posible efectuar tal distinción, ya que la palabra
"epistemología" se impone por su mayor sencillez de sustantivo. Para
obviar la dificultad se ha creado la palabra gnoseología, pero este neologismo
no ha llegado a arraigar y su uso se ha considerado pedante, rancio y
escolástico.
La segunda delimitación terminológica frágil es la que se establece entre
epistemología y filosofía de la ciencia, debido a la elasticidad de esta última
expresión. Si se toma en un sentido amplio, la epistemología sería uno de los
capítulos de la primera, una forma de practicar la filosofía de la ciencia,
consistente en el análisis lógico del lenguaje científico. Para salvar las
diferencias entre ambas nociones, algunos autores intentan desligar a la epistemología
de toda relación con la filosofía y evitan usar esta última palabra al ser partidarios del
conocimiento científico como la única forma de conocimiento. Sin embargo,
aunque se intente limitar el término a lo que es propiamente reflexión sobre la
ciencia, no puede desprenderse por completo de una determinada filosofía. En
primer lugar, porque buena parte de las epistemologías actuales, como las de
Meyerson, Cassirer, Brunschvicg, Eddington, Bachelard y Gonseth, han
permanecido estrechamente asociadas a una filosofía; en segundo lugar, porque
sobre las epistemologías regionales subsisten problemas de epistemología
general que, seguramente, pueden ser tratados por el sabio, pero que sobrepasan
su privilegiada competencia de especialista; por último, las epistemologías
internas y regionales difícilmente pueden dejar de tratar problemas que podrían
calificarse de paracientíficos, por el hecho de que continúan siendo el motivo
de separación de los sabios cuyos métodos no permiten su oposición y que
podrían llamarse filosóficos, puesto que forman parte de la tradición
filosófica.
En tercer lugar, hay dificultades para deslindar los campos de la
epistemología y la metodología científica. ¿Son la epistemología y metodología
dos disciplinas distintas, simplemente conexas, o por contra, hay que incluir a
la metodología dentro de la epistemología como una de sus partes?
Tradicionalmente se ha considerado que la epistemología no estudiaba los
métodos científicos, ya que éstos eran objeto de una parte de la lógica llamada
"metodología"; la epistemología en concreto tenía como objeto el
estudio crítico de los principios, hipótesis y resultados de las diversas
ciencias. Hoy difícilmente se considera admisible esta distinción; en ella se
daba a la lógica una extensión desmedida, al aceptar la tradicional división
escolástica entre la lógica general, que hacía abstracción de los objetos y
cuya parte principal es la lógica formal, y la lógica material, aplicada o
metodología, que estudia los métodos propios de cada una de las diversas
ciencias. También resulta difícil hoy hacer un estudio crítico de los
principios de las diversas ciencias, de su valor y objetividad, sin preguntarse
al mismo tiempo sobre la naturaleza y valor de los procedimientos a través de
los cuales se forman las ciencias y se llega a elaborar un conocimiento
científico. En este sentido, Piaget ha señalado que la reflexión epistemológica
nace siempre con las crisis de cada ciencia, y que sus "crisis" resultan de alguna laguna
de los métodos anteriores que han de ser superados por la aparición de nuevos
métodos. De ahí que análisis de los métodos científicos y epistemología sean
dos tipos de investigación difícilmente disociables. Por ello en la actualidad
se considera a la metodología dentro del campo de la epistemología, no dentro
del de la lógica.
No se debe confundir a
la epistemología con:
- La gnoseología: Muchos autores franceses e ingleses identifican el término "epistemología" con lo que en español se denomina "gnoseología" o "teoría del conocimiento", rama de la filosofía que se ocupa del conocimiento en general: el ordinario, el filosófico, el científico, el matemático, etc. De hecho, la palabra inglesa "epistemology" se traduce al español como "gnoseología". Pero aquí consideraremos que la epistemología se restringe al conocimiento científico.
- La filosofía de la ciencia: La epistemología también se suele identificar con la filosofía de la ciencia, pero se puede considerar a esta última como más amplia que la epistemología. Algunas suposiciones que son discutidas en el marco de la filosofía de la ciencia no son cuestionadas por la epistemología, o bien se considera que no influyen en su objeto de estudio. Por ejemplo, la pregunta metafísica de si existe una realidad objetiva que pueda ser estudiada por la ciencia, o si se trata de una ilusión de los sentidos, es de interés en la filosofía de la ciencia, pero muchos epistemólogos parten de que sí existe, o bien consideran que su respuesta afirmativa o negativa es indiferente para la existencia de métodos de obtención de conocimiento o de criterios de validación de los mismos.
- La metodología: También se puede diferenciar a la epistemología de una tercera disciplina, más restringida que ella: la metodología. El metodólogo no pone en tela de juicio el conocimiento ya aceptado como válido por la comunidad científica sino que se concentra en la búsqueda de estrategias para ampliar el conocimiento. Por ejemplo, la importancia de la estadística está fuera de discusión para el metodólogo, pues constituye un camino para construir nuevas hipótesis a partir de datos y muestras. En cambio, el epistemólogo a la vez podría cuestionar el valor de esos datos y muestras y de la misma estadística.
La génesis de la epistemología
La epistemología
propiamente dicha comienza en el Renacimiento. El conocimiento científico aparecerá en ella como
conocimiento, análisis y síntesis de los fenómenos, es decir, de la apariencia
o manifestación de la realidad en la experiencia humana. Los momentos más
importantes de la maduración de esta metodología de la ciencia como crítica
racional de los fenómenos de experiencia están representados por Galileo Galilei (1564-1642), Francis Bacon (1561-1626), René Descartes (1596-1650), Isaac Newton (1642-1727), Locke (1632-1704), Leibniz (1646-1716) y Kant. El Novum Organum y la Gran instauración de las ciencias
de Bacon, el Discurso del método de Descartes, la Reforma del entendimiento de
Spinoza y la Búsqueda de la verdad de Malebranche ofrecen observaciones
interesantes para el epistemólogo, aunque propiamente no pueden considerarse
como obras de epistemología. Sí se acercan más al sentido actual de la
epistemología el libro IV del Ensayo sobre la inteligencia humana de Locke y en
especial la respuesta que le da Leibniz en sus Nuevos Ensayos. En el siglo
XVIII, la obra que mejor predice lo que será posteriormente la epistemología es
el Discurso preliminar a la Enciclopedia, de D'Alembert.
Siglo XIX
A comienzos del siglo
XIX se consideran precursores el segundo volumen de La filosofía del espíritu
humano (1814) de Dugald Stewart, el Curso de filosofía positiva (a partir de
1826) de Augusto Comte y el
Discurso preliminar al estudio de la filosofía natural (1830) de John Herschel.
Las dos obras
fundamentales con las que, aunque no existiera la palabra epistemología, empezó
a desarrollarse el contenido de lo que hoy se llama así propiamente fueron la
Wissenschaftslehre (1837), de Bernard Bolzano, y la Filosofía de las ciencias
inductivas (1840) de William Whewell. La palabra Wissenschaftslehre, que
Bolzano menciona al comienzo de su obra, corresponde en alemán a lo que quiere
decir en un castellano inspirado en el griego "epistemología",
"teoría de la ciencia". Sin embargo, ambos vocablos, el alemán y el
castellano (o el inglés epistemology), no son exactamente sinónimos, ya que el
primero ha conservado de sus orígenes más antiguos un sentido más amplio que el
que ha tomado el segundo, que se forjó para designar una disciplina más
estricta. A pesar de que en la segunda mitad de su obra abarque un campo más
amplio, Bolzano considera la palabra Wissenschaftslehre en un sentido más
concreto, aquél en que Wissenschaft designa propiamente el conocimiento
científico, excluyendo cualquier otra forma de conocimiento. Con minuciosidad y
rigor, su estudio se centra en nociones fundamentales de la lógica y anticipa
algunos de los problemas de la metalógica actual.
Las investigaciones de
Whewell inauguran el método histórico-crítico, pero ante la amplitud que exigía
su tarea separó los dos métodos y publicó primero la Historia, que sirvió de
base a lo que poco después será la Filosofía de las ciencias inductivas;
Whewell se preocupó de mantener siempre un estrecho contacto entre ambas
disciplinas, como indica el título completo de la segunda obra, Philosophy of
the inductive sciences, founded upon their history ("Filosofía de las
ciencias inductivas, basada en su historia"). De la escala de las ciencias
intenta deducir, para cada una de ellas, las ideas fundamentales sobre las que
se basan y los procedimientos mediante los que se construyen. Dos de las obras
epistemológicas más significativas en continuar el camino abierto por Whewell
fueron el Essai sur les fondements de la connaissance humaine et sur les
caractères de la critique philosophique (1851) y el Traité de l´enchaînement des
idées fondamentales dans les sciences et dans l´histoire (1861), de
Antoine-Augustin Cournot. Uno de sus méritos principales fue haber colocado en
primer plano de la epistemología la idea de azar, durante mucho tiempo
considerada opuesta a la idea de ley y ajena a la ciencia, y la célebre
definición que dio de este concepto: la intersección de dos series causales
independientes. De esta manera parece haber presentido la gran importancia que
iban a adquirir en la ciencia contemporánea los datos estadísticos y las
probabilidades.
En el siglo XIX se encuentran también otros numerosos intentos de
epistemología científica, que continúan la línea empirista-positivista que en
el siglo XVIII había sido continuada por Euler, en Alemania, o D´Alembert, en
Francia. El positivismo decimonónico clásico estuvo representado por Augusto
Comte (1798-1857), John Stuart Mill (1806-1873), John Herschel (1792-1871), William Whewell
(1794-1866) y por el biologista Herbert Spencer (1820-1903). Posteriormente fue continuado por el
empiriocriticismo de Richard Avenarius (1843-1896) y Ernst Mach (1838-1916), y
ya a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, por Henri Poincaré (1854-1912), Pierre Duhem (1816-1916) y Emile Meyerson (1859-1933), autores todos
ellos relacionados por continuación o reacción con el empiriocriticismo.
Siglo XX
En el siglo XX, la epistemología científica queda agrupada en tres
grandes escuelas o generaciones: el neopositivismo lógico, el racionalismo
crítico y el pospopperianismo. El neopositivismo lógico tuvo en Bertrand Russell (1872-1970) y Ludwig Wittgenstein (1889-1951) sus dos principales predecesores. Bajo su
influencia, se formó en los años veinte de este siglo el llamado Círculo de Viena, con
el que el positivismo se transforma en neopositivismo
lógico y toma cuerpo la primera gran escuela de epistemología científica en el
siglo XX. Los miembros más representativos de esta escuela fueron Moritz
Schlick (1882-1936), Otto Neurath (1882-1945), Herbert Feigl (1902), Félix
Kaufmann (1895) y Rudolf Carnap (1891-1970). En el Congreso de Viena sobre
epistemología de la ciencia natural, en el año 1929, fue elegido Schlick como
presidente del Círculo. En Berlín se formó pronto un nuevo centro de
neopositivismo lógico a ejemplo del de Viena, cuyos principales representantes
fueron Hans Reichenbach (1891-1953), Kurt Grelling y Walter Dubislav
(1895-1937). En 1931, Rudolf Carnap propició la creación de otro centro de
neopositivismo en Praga y el filósofo inglés A. J. Ayer (1910) introdujo el
neopositivismo lógico en Inglaterra. En el escrito programático del año 1929
hacían la siguiente clasificación de los nombres que habían conducido hasta él:
"1. Positivismo y empirismo: Hume, Ilustración, Comte, Mill, Richard
Avenarius, Mach. 2. Fundamentos, objetivos y métodos de las ciencias empíricas
(hipótesis en Física, Geometría, etc.): Helmholtz, Riemann, Mach, Poincaré,
Enriques, Duhem, Boltzmann, Einstein. 3. Logística y su aplicación a la
realidad: Leibniz, Peano, Frege, Schroder, Russell, Whitehead, Wittgenstein. 4.
Axiomática: Pasch, Peano, Vailati, Pieri, Hilbert. 5. Eudemonismo y sociología
positivista: Epicuro, Hume, Bentham, Mill, Comte, Feuerbach, Marx, Spencer,
Muller-Lyer, Popper-Lynkeus, Carl Menger (padre)". En segundo lugar está
el racionalismo crítico, la epistemología de K. Popper. El racionalismo crítico se entiende como reacción
crítica ante las directrices fundamentales de la epistemología del
neopositivismo lógico. El racionalismo crítico discutirá las principales tesis
del Círculo de Viena e instaurará una nueva escuela de teoría de la ciencia
que, desde 1934, en que publica Popper su primera obra, se irá haciendo poco a
poco predominante e influirá en la evolución posterior de los autores del
Círculo, por ejemplo en el mismo Carnap o en Reichenbach. Entre los muchos
discípulos de Popper pueden citarse a Hans Albert o a John Watkins. La
importancia de las teorías popperianas se ha dejado notar en toda la teoría de
la ciencia de los años 50 y 60, e incluso en la actualidad, bien sea como
aceptación de las mismas, bien para construir otras nuevas a partir de él. En
tercer lugar se encuentran los autores llamados pospopperianos. Se caracterizan
por presentar epistemologías que, bien inspiradas preferentemente en el
positivismo, bien en Popper, no se identifican totalmente con ninguno de estos
dos sistemas, aunque se vean siempre seriamente influidas por ellos. Entre los
principales autores pospopperianos cabe citar a T. S. Kuhn, P. K. Feyerabend, I. Lakatos y N. R. Hanson.
Los problemas de la epistemología
Los problemas planteados
en la actualidad por la epistemología pertenecen a dos grandes grupos. Unos son
de carácter general, ya que abarcan la totalidad de las ciencias. Otros son
específicos de cada grupo de ciencias, se refieren a una sola ciencia o a
alguna rama de una determinada ciencia.
En primer lugar, la epistemología se plantea problemas que se refieren a
las relaciones entre las diversas ciencias. La pluralidad de las ciencias, su
incesante proliferación, sus encabalgamientos y enlaces, su dispersión, no
satisfacen al espíritu del sabio a quien llevan a preguntarse por los problemas
de su coordinación. Hoy ha cambiado el viejo problema de la clasificación de
las ciencias y nadie pretende construir un sistema rígido e inmutable en el que
cada ciencia tendría su lugar propio y definido con sus diversos
compartimentos, pero un cuadro de referencia siempre es necesario y lo único
que se exige es que sea manejable y abierto, que refleje el estado presente de
la ciencia y admita enlaces y reorganizaciones.
En segundo lugar, la epistemología se plantea también el problema de las
relaciones entre los dos grandes grupos en que se distribuyen las ciencias. En
general se admite la división entre las ciencias formales, por una parte,
lógica y matemáticas, y las ciencias de lo real, por otra. A partir del
nacimiento de la matemática racional la pregunta inevitable es la del acuerdo
entre sus explicaciones y las de la experiencia.
En tercer lugar, son también problemas de la epistemología los referidos
al análisis de algunas nociones comunes a todas las ciencias o a la mayoría de
ellas. El matemático, físico, naturalista y lexicógrafo se sirven también de
definiciones, pero ¿tienen el mismo significado? Para el matemático la
probabilidad es objeto de cálculo; el físico sabe que sus métodos inductivos
desembocan en probabilidades y considera a todas sus leyes como probabilidades;
el historiador se pregunta sobre la probabilidad de los testimonios: ¿se trata siempre
de una misma probabilidad en estas diversas ciencias, o si no, cómo se
organizan entre sí estos diversos sentidos?
En cuarto lugar, se dan también problemas epistemológicos, en las dos
maneras de concebir las relaciones entre la parte teórica y la experimental de
las ciencias, o, lo que es casi lo mismo, en el significado de las teorías.
Cuando se intenta acatar el imperativo de inteligibilidad que compara al
científico con el filósofo, y el imperativo de efectividad que lo relaciona con
el ingeniero, resulta que no concuerdan entre sí y la tensión resultante
determina en el interior de cada ciencia un desacuerdo sobre el ideal
científico. Es en las ciencias de la naturaleza donde se manifiesta más
claramente tal desacuerdo en las dos maneras de concebir las relaciones entre
la parte teórica y la experimental, o, lo que es casi lo mismo, el significado
de las teorías: ¿intentan profundizar en nuestro conocimiento de los fenómenos
buscando, detrás de las leyes, las causas explicativas, o bien, no son más que
una sistematización de un conjunto de leyes? Pero también ocurre algo semejante
en otras ciencias, como en biología, con la oposición del mecanicismo frente al
vitalismo; en psicología, con la del behaviorismo frente a la reflexología; en
historia, dada la oposición de la historia de los acontecimientos con la
historia explicativa o más bien comprehensiva, oposiciones que parecen proceder
de una dualidad en el ideal científico.
En quinto lugar, y como primera consecuencia del descenso de la
generalización epistemológica hacia el ámbito de cada una de las ciencias, se
encuentran los problemas específicos del primer grupo de ciencias, las ciencias
formales. La lógica, bajo su nueva forma de lógica simbólica o logística,
figura junto a las matemáticas y en estrecha unión con ellas, y ello plantea
bajo una nueva forma el problema de la relación entre ambas disciplinas. Con la
nueva lógica el problema esencial es saber si las matemáticas se pueden reducir
a ella, lo que sería una manera de fundarla. Además, cada problema de la
epistemología matemática tiene su correspondiente en lógica y a la inversa.
Así, por ejemplo, son comunes a ambas ciencias el problema del estatuto
ontológico de sus nociones o del correspondiente objetivo de sus términos. Con
facilidad puede plantearse en matemáticas el problema de saber si los
principios de la lógica expresan leyes del ser, normas del pensamiento o bien
reglas para la manipulación de los símbolos, es decir, si la lógica es una
ciencia objetiva, normativa, o bien un arte del cálculo y del juego.
En sexto lugar se plantean los problemas de epistemología comunes a las
ciencias de la realidad, que tienen en física una forma modélica, ya que al
hablar de dichos problemas casi siempre se piensa en ella. Los problemas
principales son tres, según se haga hincapié en la construcción de los
conceptos, en la estructura de las explicaciones o en la validez de las
conclusiones. Los problemas relativos al método experimental y a la naturaleza
y justificación de los procedimientos inductivos ocupan evidentemente un lugar
importante en dichos estudios, pero el gran problema es el de su unidad:
¿pueden agruparse todas las ciencias de la realidad en un solo tipo
fundamental, cuyo modelo más completo sería la física?, ¿sobre qué base lo harían?,
¿deben quedar irremediablemente separadas en dos o tres ramas?
En séptimo lugar están los problemas epistemológicos más particulares,
relacionados con las ciencias de la vida y las ciencias del hombre. Aparecen en
estas ciencias conceptos fundamentales comunes a la física, como el concepto de
ley, pero aparecen también conceptos ajenos a ella, como el de ser; estas
ciencias hablan de hechos, pero también de valores. Puede analizarse un ser
como una intersección de leyes, pero se elude así la característica esencial de
su individualidad. Pueden considerarse los valores como datos de hechos, pero
¿estos hechos son de la misma naturaleza que la de los hechos que trata la
ciencia del mundo físico? Los conceptos propios de estas ciencias como los de
tendencia, función, éxito y fracaso, normal y patológico, finalidad, son
problemáticos y exigen análisis epistemológicos más específicos. El problema
más grave es saber si estas nociones pueden interpretarse con el lenguaje de la
física, o cuando menos ponerse de acuerdo con él. Además, la presencia en las
ciencias humanas de nociones como conciencia, actividad voluntaria, lenguaje,
utensilios, política, religión, arte, han hecho surgir nuevos conceptos y
problemas, como por ejemplo, en este nuevo campo ¿hay que sustituir la
comprehensión por la explicación?; ¿las finalidades pueden, y de qué manera,
considerarse causas?; ¿en qué medida, o en qué forma, la aplicación del
instrumento matemático es posible y deseable? En el interior de estas ciencias
se plantea la cuestión de su homogeneidad y de su jerarquía. En ocasiones, una
de estas disciplinas e incluso una teoría surgida de una de ellas preside el
conjunto o se atribuye una función rectora. Así, en el siglo XIX, la historia
no sólo se desarrolla por sí misma, sino que predomina en todas las partes en
donde se habla del hombre, y el materialismo dialéctico de Marx y Engels o el
psicoanálisis, habiendo nacido en el seno de una de estas ciencias, han servido
de principio general de explicación para todos los temas humanos.
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